Clérigos de Satán, Primera oración.
Hoc est corpus meum.
Esto es mi cuerpo.
Veni Creator Spiritus,
Mentes tuorum visita,
Imple superna gratia,
Quae tu creasti, pectora.
Mentes tuorum visita,
Imple superna gratia,
Quae tu creasti, pectora.
El campanario se despeja y de sus piedras los cuervos salen volando.
Se convierten en manos de color oscuro en lo alto y tocan los arpegios
Para una canción macabra que busca ser aullada por los sollozos de tormenta.
No hay comida para esta tarde, Los ojos ya fueron sacados por otra bestia.
Llegó antes que todos y se declaró impugne a los clérigos.
Libros de historias sin tiempos, grabados con tintas de oro.
Sagradas misas que hacen de las lenguas las más exquisitas de la músicas.
Hidromieles que alimentan los paladares de la nueva bestia absorta en su maldad.
Le hubo de quitar a los cuervos los ojos mortales y a los hombres las manzanas de sabiduría.
Para entregar a cambio de ello, en arrebato, voces de melancolía y pugna.
Ropajes de heno y mentalidades de cristal. Tan maleables como alambres.
La bestia se coronó las sienes con astros y ocupó su lugar en el trono.
En su mano el orbe y la otra un látigo, Él ordena.
Rosales en sus muñecas y a sus pies los lirios de la pureza.
Aquella luz que emana secó los ojos y pudrió el hablar de las voces.
Pero hizo regocijar sus corazones en miedo.
A pesar de que los seres están a su imagen y semejanza tienen las manos débiles.
Están imposibles de poseer el cetro.
Se convierten en manos de color oscuro en lo alto y tocan los arpegios
Para una canción macabra que busca ser aullada por los sollozos de tormenta.
No hay comida para esta tarde, Los ojos ya fueron sacados por otra bestia.
Llegó antes que todos y se declaró impugne a los clérigos.
Libros de historias sin tiempos, grabados con tintas de oro.
Sagradas misas que hacen de las lenguas las más exquisitas de la músicas.
Hidromieles que alimentan los paladares de la nueva bestia absorta en su maldad.
Le hubo de quitar a los cuervos los ojos mortales y a los hombres las manzanas de sabiduría.
Para entregar a cambio de ello, en arrebato, voces de melancolía y pugna.
Ropajes de heno y mentalidades de cristal. Tan maleables como alambres.
La bestia se coronó las sienes con astros y ocupó su lugar en el trono.
En su mano el orbe y la otra un látigo, Él ordena.
Rosales en sus muñecas y a sus pies los lirios de la pureza.
Aquella luz que emana secó los ojos y pudrió el hablar de las voces.
Pero hizo regocijar sus corazones en miedo.
A pesar de que los seres están a su imagen y semejanza tienen las manos débiles.
Están imposibles de poseer el cetro.









































